Un blog de Marta López Abril, coordinadora de proyectos en Altekio
¿Qué nos aporta la inclusión de la diversidad funcional en los procesos de transformación ecosocial?
La diversidad funcional no es algo que debamos “aceptar” o “tolerar”, sino un valor que es necesario reconocer, apreciar y “abrazar”. Incluir distintas miradas, lenguajes, inteligencias, experiencias, opiniones y formas de ser y sentir, nos ayuda a analizar problemas complejos de forma más completa, y potenciar la creatividad, la innovación y la inteligencia colectiva en la búsqueda de soluciones.
Desde un enfoque de derechos, todas las personas deberían participar activamente en los procesos de toma de decisiones sobre los temas que afectan de forma directa a sus vidas. Garantizar la accesibilidad, la inclusión y el bienestar de todas las personas es la mejor forma de garantizar la igualdad de oportunidades, la justicia social y, por tanto, que el proceso sea realmente democrático.
En los procesos de participación pueden surgir distintas barreras que es necesario abordar: las de accesibilidad física, las de la comunicación, las culturales, las de formación, las psicológicas y emocionales, etc. En nuestra experiencia en procesos de participación, entendemos la inclusión como un ejercicio de distribución del poder. Para ello, desde el rol de la facilitación es necesario tomar conciencia de los distintos ejes que operan dentro del grupo desde una perspectiva social, cultural, de diversidad funcional, de género, de identidad sexual, etc. Entender el impacto de estos ejes de poder sobre las personas y el proceso grupal, nos permite identificar estrategias para reequilibrarlo.
¿Cómo se está impulsando la participación inclusiva en las entidades que trabajan con personas con diversidad funcional?
Aunque aún hay camino que recorrer para mejorar la participación dentro del ámbito de la diversidad funcional, especialmente en el caso de las personas con mayores necesidades de apoyo, se están dando pasos clave desde un enfoque de derechos, de dignidad y de ciudadanía. En los últimos años, en entidades como Plena Inclusión o la Confederación Autismo España, ha habido un movimiento importante en este sentido. Este movimiento, impulsado desde dentro por las personas con diversidad funcional y sus familias, y por las profesionales que trabajan en ellas, está posibilitando cambios en los procesos de participación y gobernanza inclusiva en las asociaciones que trabajan en este ámbito. Son cambios que se están produciendo en los espacios más cotidianos de intervención y también en las estructuras de gobernanza y toma de decisiones.
Algunas de las metodologías que se están implementando y que, en nuestra opinión es interesante extrapolar a otras entidades y procesos, son:
- Poner a la persona en el centro del proceso. Esto implica confiar en sus capacidades, más allá de sus limitaciones.
- Garantizar la accesibilidad física y de la comunicación a través de sistemas alternativos y aumentativos de comunicación, anticipar la información, etc.
- Facilitar los espacios de participación: moderar las intervenciones para equilibrar el poder e incorporar todas las voces y dar tiempo a las personas para que se expresen.
- Contar, siempre que sea necesario, con apoyos especializados en la toma de decisiones, intérpretes vitales, etc.
- Abordar la gestión emocional de los procesos; por ejemplo, crear espacios de calma, que son espacios seguros para la autorregulación emocional que se utilizan con personas con TEA.
- Generar pequeños grupos para el debate y la participación que trasladan sus decisiones a la Junta Directiva de las entidades. Un ejemplo son los grupos focales, los comités de trabajo, los círculos de palabra o los grupos de autogestores.
- Contar con -cada vez más- personas con diversidad funcional como trabajadoras/es y también como miembros de las Juntas Directivas.
- Incorporar el arte y la cultura como herramientas para la inclusión, ya que sus canales permiten otras formas de expresarse a las personas con diversidad funcional y, además, potencian la inteligencia colectiva, la creatividad y la innovación.
¿Qué podemos aprender de estas metodologías para hacer nuestros procesos de transformación más inclusivos?
Un primer aprendizaje es la confianza en la inteligencia colectiva y en la capacidad de las personas y los grupos de construir nuevas soluciones.
En cuanto a los espacios, es fundamental cuidar aquellos en los que desarrollamos los procesos de participación para que los procesos sean más inclusivos y amables para todas las personas. Esto significa asegurarnos de que cumplen las condiciones de accesibilidad y que son espacios adecuados para el encuentro, la reflexión y la construcción colectiva.
El tiempo es uno de los factores más importantes en cualquier proceso. Es importante no caer en la dictadura de la rapidez, dar tiempo para que las personas procesen la información y generen sus propias respuestas. Para ello, desde el rol de la facilitación es importante estar atentas a las necesidades de las personas y del grupo, y ser flexibles a los cambios. Es fundamental crear un espacio donde se genere un proceso genuino de escucha activa y curiosidad por las opiniones diversas.
Para sostener tanto el proceso como las personas, es fundamental atender a los cuidados, el bienestar de las personas, así como a la prevención y transformación de los conflictos. Los espacios de calma pueden ser una herramienta de gestión emocional interesante a incorporar en algunos procesos de participación. Establecer en los procesos espacios de trabajo individual, momentos de trabajo en pequeños grupos y también en gran grupo, ayuda a equilibrar la participación y a escuchar las distintas voces. Así mismo, es fundamental valorar la incorporación de apoyos específicos en caso de que alguna persona lo requiera.
También es necesario incorporar a personas con diversidad funcional en el rol de la facilitación y, de este modo, poder enriquecer los procesos de participación e integrar nuevos enfoques y metodologías para la inclusión.
Es interesante explorar nuevas narrativas, incorporar herramientas que nos aportan el mundo del arte y la cultura, así como tener en cuenta nuevos lenguajes, miradas y formas de ser y estar en el mundo.
Incorporar la diversidad en los grupos nos ayuda a comprender la complejidad de las relaciones entre las personas y los ecosistemas, y nuestra propia complejidad interior. Es necesario entender esta complejidad para abordar la actual crisis ecosocial. Este es quizás uno de los mayores aprendizajes que nos trae abrazar la diversidad.
Marta López Abril