Un blog de Lucila Valsecchi, coordinadora de proyectos en Altekio y Ro Trejo, responsable de comunicación de Altekio
¿Cómo serían nuestras interacciones en lo profesional y lo personal si cada persona respetase a las demás por lo que cada una es, sin imponer unas formas determinadas de comportarse y de vincularse? ¿Cambiarán entonces nuestras estructuras organizativas formales e informales, así como los diferentes procesos e interacciones entre las personas? ¿Y si lográramos generar marcos de trabajo no vinculados al sistema cisheteropatriarcal?
Estas son algunas de las preguntas que nos hemos formulado en el equipo que estamos llevando a cabo la segunda fase de un proyecto del que ya os hablamos en este blog. Así, a partir del trabajo previo que introducía la perspectiva feminista en nuestras organizaciones, ampliamos la mirada para incluir la perspectiva LGBTQIA+ potenciando su carácter interseccional y dando espacio para reflexionar más profundamente sobre sensibilización y transformación hacia la igualdad.
En este proceso hemos apostado por visibilizar más y transformar un tema clave: las microviolencias.
Llamamos microviolencias a pequeñas acciones o comentarios, muchas veces sutiles -y hasta a veces inconscientes-, que transmiten desdén, menosprecio o hostilidad hacia una persona debido a su identidad (sexual y/o de género) por su pertenencia a un grupo no normativo, marginado o minoritario. Aunque estos comentarios individualmente pueden parecer insignificantes o inofensivos, su acumulación constante tiene un impacto profundo y negativo en la salud mental y emocional de quienes las sufren.
Estas pueden darse en diferentes formas:
- Comentarios o chistes sutiles que menosprecian, humillan o estereotipan de manera implícita.
- Cumplidos-críticas que, desde la “buena intención”, implican que es positivo que una persona sea la excepción a un estereotipo considerado socialmente como negativo. Por ejemplo, decirle a una hombre trans “¡Anda, no me había dado cuenta de que eres trans, no lo pareces!”; o a una mujer lesbiana “No imaginaba que lo fueses, eres muy femenina.”
- Suposiciones: dar por hecho preferencias, identidades u orígenes de una persona por su apariencia.
- Invalidaciones: cuando se desestima o minimiza a alguien como persona, o sus comentarios, sentimientos o experiencias.
- Comportamientos que ignoran o excluyen de forma no verbal, con el lenguaje corporal. Por ejemplo, evitar el contacto visual con una persona.
- Uso de símbolos, reglas y/o normas que discriminan en espacios públicos, instituciones gubernamentales. Por ejemplo: señalética binaria estereotipada en los baños públicos.
Vivir estas situaciones genera diversos efectos negativos en la seguridad, salud física y bienestar de las personas LGBTQIA+. Algunos ejemplos:
- Dificultad en la relación consigo mismas, su autoestima y autoconcepto: puede resultar duro aceptar la verdadera identidad de género u orientación sexual, así como compartirla con las personas cercanas, porque tiene una carga social negativa y pueda no ser aceptada y valorada en toda su dimensión.
- Problemas de salud mental como estrés, ansiedad o depresión generados por estas situaciones, por tener que estar “en guardia” frente a posibles agresiones. Pueden volverse crónicos al tener que vivenciarlas de manera constante. Y también pueden aumentar el riesgo de otros trastornos mentales, pensamientos suicidas, etc.
- Dificultad en sus relaciones interpersonales, ya sea por percibir desconfianza y temor para generar relaciones cercanas y genuinas, o sentirse vulnerables y potencialmente rechazadas como personas.
- Aislamiento social, producto de este malestar, y del miedo a ser víctima de más violencias. O dificultades para desenvolverse cómodamente en la vida pública y política de su comunidad.
- Impacto en el rendimiento académico y/o laboral, que les impide desarrollar sus virtudes y talentos plenamente.
La pirámide de la violencia
Además, estas microagresiones sostienen y perpetúan en nuestra sociedad otras acciones y comportamientos discriminatorios y violentos mucho más visibles y extremos. Actúan como la base para que estos abusos continúen existiendo. Esto lo explica muy bien el esquema de la Pirámide de la Violencia.
Para transformar estas situaciones, lo primero es tomar conciencia de que estos actos son violentos, y que aunque puedan parecer inofensivos, triviales o intrascendentes, tienen un impacto significativo a nivel individual y social.
Es fundamental formarnos, aprender más sobre las diferentes realidades, tener apertura a revisar nuestros sistemas de creencias y cuestionar el marco en el que se inserta el sistema en el que vivimos. Además necesitamos utilizar un lenguaje inclusivo, preguntar los pronombres correctos y evitar comentarios discriminatorios.
Y cuando las microviolencias sucedan a nuestro alrededor, intervenir activamente frente a ellas. De esta manera, podemos convertirnos en personas aliadas en el camino hacia la igualdad.
Escenas para la sensibilización
Con el objetivo de visibilizar estas situaciones, dentro del proyecto (GATE Process) hemos realizado una campaña de sensibilización que nos muestra diferentes situaciones de estas microagresiones, presentando claves para transformarlas y, sobre todo evitarlas. Para ello, hemos contado con la artista María Queraltó que le ha dado forma a estas escenas a través de sus ilustraciones, así como con el apoyo de las diferentes organizaciones locales que forman parte del proceso.
Este proyecto lo llevamos a cabo con un foco especial en facilitar crear un espacio más seguro, tanto en nuestras entidades y organizaciones, como en el aula y otros contextos de interacción, ya que entrar en estos temas implica estar presente desde un lugar de mucho respeto, apertura, cuidado, escucha y también vulnerabilidad.
Aquí pueden verse completas en castellano: