Reflexionando a partir del informe internacional publicado por SessionLab
Un blog de Jorge Navacerrada, coordinador de proyectos en Altekio y cofundador de la cooperativa.
Hace unas semanas se cumplían 20 años desde la invasión de Irak por parte de Estados Unidos, que lideraba una coalición de ejércitos occidentales (incluido el del estado español). La principal justificación pública fue que poseía armas de destrucción masiva. Esto es una muestra del mundo que anhelamos transformar.
Por ello, en este blog le quiero dar la vuelta a ese concepto pensando en cuáles podrían ser las herramientas de construcción masiva que podemos promover, impulsar, cocrear y que nos sirvan de inspiración para la transición ecosocial justa a la que aspiramos.
Una de ellas es, sin duda, la facilitación de grupos. A ella le dedicamos mucha energía desde Altekio y yo, personalmente, no hay proyecto que no aborde desde ese enfoque, ya sea desde la coordinación de un proyecto, una consultoría, una formación o una facilitación propiamente dicha.
Trabajamos en muchos proyectos con este enfoque, desde ámbitos territoriales, (intra)organizacionales, personales y con una tipología muy diversa de clientes. Ofrecemos cursos de facilitación destinada a procesos formativos personales, trabajamos con administraciones públicas acompañando procesos de participación y/o deliberación ciudadana, promoción de redes de colaboración, etc; con universidades en laboratorios de innovación, escenarios de futuro, etc; y con entidades de la Economía Social y Solidaria en el diseño de metodologías participativas, facilitación de procesos multiactor, sistemas de gobernanza, etc. Es desde este bagaje y experiencia que creo profundamente en el poder emancipador y transformador de la facilitación.
Pero, ¿hasta qué punto se conoce su potencial y cómo se está aplicando en el mundo? En general, todavía es un tema emergente y por tanto poco conocido; si bien noto un aumento gradual del conocimiento sobre la facilitación. Muestra de ello, es el potente informe al que voy a hacer referencia en este blog sobre el Estado de la Facilitación en 2023 a nivel internacional que ha salido a la luz hace unos días de la mano de SessionLab (que es un sitio web, una comunidad de personas facilitadoras y un servicio en línea propiedad y operado por TrainedOn, una empresa estona).
Es un informe pionero, ya que es el primero de su clase hasta donde sé, elaborado por SessionLab a partir de las respuestas de 1.124 personas que son facilitadoras profesionales (un 62,5% de las respuestas han sido de mujeres), de 93 países. Y dicho que es pionero y tiene un gran potencial también reconocen y reconocemos que tiene limitaciones como, por ejemplo, que la mayoría de las respuestas provienen de Europa y América del Norte (un 69,9% son personas blancas y apenas hay respuestas de personas de Asia y África) o que apenas hay respuestas de personas menores de 30 años, con el consiguiente sesgo en la información recogida. Es por esta diversidad geográfica que el idioma del informe es el inglés y hacer este blog en castellano es parte de mi motivación para difundirlo, haciendo esta información más accesible a más públicos.
Como es un informe bastante extenso, voy a enfocarme en las principales conclusiones del mismo, exponiéndolas primero y aportando mis aprendizajes personales y los colectivos sobre las mismas a continuación de cada una. Aunque os animo a leer en su totalidad por su gran interés, ya que además cuenta con siete reflexiones de personas expertas que alimentan las neuronas y el corazón.
¿La facilitación es solitaria?
«El 97% de las personas encuestadas afirmaron que a veces, o la mayoría de las veces, trabajan solas. Del total de personas encuestadas, el 38% son autónomas independientes o el único profesional de la facilitación en su organización.»
En la actualidad, en Altekio somos 11 personas de las que la gran mayoría tenemos o están desarrollando las competencias para la facilitación profesional. Esto hace que, aunque también facilitemos en solitario, en muchas ocasiones podamos apostar por la co-facilitación, es decir, generar un equipo de al menos dos personas para la facilitación de procesos, eventos o reuniones. Así compartimos la responsabilidad desde el diseño metodológico de la agenda hasta la realización del taller y el seguimiento posterior. En este sentido (¡y también en otros!) me alegro de estar en compañía. Los beneficios de la co-facilitación son muchos, entre los que destaco: mejorar el diseño, poder poner más atención al grupo (especialmente si es grande o el entorno es online o híbrido), responder con más flexibilidad y capacidades diversas a las necesidades emergentes del grupo, o modelar y apoyar con diferentes estilos de facilitación, entre otros.
Mucha gente se pregunta cuándo co-facilitar. Desde mi punto de vista, haría la pregunta contraria: ¿cuándo no co-facilitar? Y la mayor barrera para ello es cuando no hay recursos para financiarlo. En ese caso, se puede proponer (además de otros tipos de intercambio que no sean monetarios) que alguna persona de la organización sea la co-facilitadora, bien porque cuente ya con las competencias y/o experiencia, bien porque se capacite exprofeso para ello.
Comunidades
«Más de una cuarta parte de las personas encuestadas, cuando se les pidió que nombraran una comunidad profesional en la que participaran activamente, respondieron que «ninguna». Pero el porcentaje más alto correspondió a grupos internos de la organización en la que trabajan actualmente, con la IAF (Asociación Internacional de Facilitadores) poco después, seguida de una serie de comunidades relacionadas con una herramienta o metodología específica.»
Siempre me ha inspirado el hecho de ser parte de una comunidad de iguales donde poder compartir y crecer. Con la facilitación me ha pasado especialmente y, desde que la conocí (allá por el año 2003), anhelé una. Como no tenía constancia de que existiera ninguna por aquella época en el estado español, decidimos junto con Conchi Piñeiro, socia de Altekio, y otras compañeras de otros lugares, juntarnos para hablar del tema, formarnos, y poco a poco fuimos creando una comunidad. De este camino, en 2008, nace el IIFACe (Instituto Internacional de Facilitación y Cambio – Europa) del cual soy cofundador. Lo hicimos desde la convicción de que la comunidad (de iguales, de aprendizaje y de práctica) también es una herramienta de construcción masiva. A día de hoy, el IIFACe es una comunidad de casi 100 personas, facilitadoras profesionales en el estado español, y en la que compartimos espacios de formación, convivencia, cohesión, gestión emocional, indagación, etc.
Ser parte de esta comunidad me ha aportado mucho aprendizaje y desarrollo personal y profesional, ya que me ha ayudado a reflexionar mucho sobre la metodología y el currículum formativo necesario para adquirir las competencias básicas para la profesionalización del rol de la facilitación. También me ha ayudado a plantearme la ética de la facilitación: desde dónde actuamos y con qué propósito; al servicio de quién pones tus habilidades. Y, desde ahí, hacer un trabajo personal para entender y ser más capaz de manejar las dinámicas de poder y privilegio de las que somos parte y se dan en los grupos y organizaciones. También me ha permitido poner en práctica conocimientos teóricos sobre sistemas de gobernanza, como es la sociocracia, ya que la exploramos y nos inspiramos en ella desde 2016.
Intentamos hacer propio el proverbio africano que dice: “Si quieres ir rápido ve solo/a, si quieres llegar lejos ve acompañado/a”. Aprendimos que generar «círculos virtuosos» nos ayuda a crecer como personas y como profesionales.
Diversidad
«Los resultados de la encuesta indican que la facilitación comparte muchos problemas de diversidad con sectores similares, incluida la falta de diversidad en el origen de los profesionales y una brecha salarial de género, a pesar de que la mayoría de las personas encuestadas son mujeres.»
Altekio es una cooperativa, parte de la Economía Social y Solidaria, y uno de sus principios es la equidad. Por ello, en Altekio no hay diferencias salariales en función del género.
Si bien es cierto que tenemos una reflexión interna y tendencia a ampliar la diversidad del equipo en relación a otros ejes: edad, racialización, etc. Esta reflexión me ayuda a pensar en el papel que juega la diversidad, el enfoque interseccional y la gestión de las dinámicas de poder y privilegios en relación al funcionamiento de los grupos y las organizaciones, así como en la generación de respuestas a los retos actuales. Además, un aprendizaje colectivo es que ser un equipo diverso es necesario para poder trabajar con un amplio abanico de grupos y organizaciones diferentes, con mayor conciencia de los privilegios y opresiones que se dan en los mismos.
Educación
«En general, el colectivo de la facilitación tiene un alto nivel educativo (el 90% ha completado estudios superiores), pero cuando analizamos cómo han aprendido la facilitación en sí, surge una multitud de caminos diferentes. La mayoría de las personas encuestadas no tienen ninguna certificación o formación formal en facilitación, y muchos certificados se refieren a marcos individuales.»
En mi experiencia, me he encontrado que al ser la facilitación una disciplina relativamente novedosa no hay mucha formación que prepare para esta profesión. El darme cuenta de ello me motivó para cocrear con otras personas del IIFACe una formación no reglada y certificada que consiste en 3 niveles de formación (+info aquí). De esta formación, este año ya estamos llevando a cabo desde Altekio la 10ª edición de la formación de nivel básico (150 h) y la 4ª edición de la formación de nivel medio (150 h), además de ofrecer mentorías para el nivel avanzado.
Y aunque este programa formativo suponga un primer paso -que podríamos llamar inicial para una dedicación profesional-, considero que la formación y el desarrollo personal y profesional no acaba nunca, es para toda la vida. En este campo hay áreas inagotables donde poder profundizar en conocimientos y experiencia.
Algo que me ha sido muy útil en la profesión es el contar con otras formaciones complementarias. Por ejemplo, en mi caso, soy Licenciado en Ciencias Ambientales y esto me permite facilitar en temas relacionados con esta dimensión: gobernanza en áreas naturales protegidas, restauración participativa de ecosistemas forestales y fluviales, procesos participativos locales de comunidades energéticas, diálogo multiactor en conflictos socioambientales, etc. Mi aprendizaje es que no es necesario ser una persona experta en el tema (de hecho, así puede ser más fácil empatizar con voces diversas), pero sí conocer lo suficiente el tema como para poder seguir los flujos de conversación y entender sin problemas lo que se esté trabajando de manera que puedas aportar valor desde la facilitación.
Herramientas
«Las personas encuestadas mencionaron más de 30 herramientas digitales útiles para el diseño, la impartición y la evaluación de las sesiones. Muchas de ellas se hicieron populares durante la pandemia, cuando todas las sesiones tuvieron que trasladarse rápidamente a entornos virtuales.»
Tengo que reconocer que me encanta el mundo online y el potencial de colaboración que ofrece (también soy consciente -o creo serlo- de las limitaciones que conlleva). Por eso, y de manera un poco friki (????), he explorado las herramientas colaborativas en entorno digital con cierta fruición. Especialmente, a raíz de la pandemia, su necesidad, utilidad y variedad creció exponencialmente. Soy de los que cree que la facilitación en este entorno virtual, con sus propios códigos, ritmos y herramientas, ha llegado para quedarse en diferentes grados e intensidades y que, a la vez, siempre habrá espacio y oportunidades para el trabajo con metodologías presenciales (¡menos mal!).
Si bien, me doy cuenta de que manejar una variedad de herramientas y metodologías es una clave de mi desarrollo profesional, y de nuestro desarrollo organizacional, porque aportamos más valor cuando podemos facilitar una gran diversidad de tipologías de eventos, equipos, organizaciones, etc. y diseñar metodologías adecuadas para conseguir cualquier tipo de objetivos propuestos (o casi cualquiera ????).
A su vez, también es cierto que las herramientas aparecen y desaparecen, van evolucionando, de la misma manera que las metodologías y técnicas. Por esto, creo que tanto o más importante que conocer y manejar con soltura estas herramientas es trabajar, desarrollar, afinar -y por tanto confiar- más en nuestras habilidades de facilitación porque nos harán posible adaptarnos a un mayor número de ellas o… ¡incluso crearlas ad hoc!
El futuro
«Aquí hay dos posibles direcciones para el futuro de la facilitación: una clara emergencia del rol de la facilitación como un papel profesional fuertemente definido y/o la difusión de las habilidades de facilitación en el campo más amplio del liderazgo y la gestión»
En mi opinión estas dos direcciones no son sólo compatibles, sino deseables. Creo que necesitamos más personas en roles de liderazgo con habilidades de facilitación y a la vez más personas que ocupen el rol de la facilitación profesionalmente.
De hecho, nos llegan cada vez más demandas de formación desde organizaciones para su personal en habilidades de liderazgo que contemplan las habilidades de facilitación. En este caso, el foco suelen ser personas que ocupan puestos de responsabilidad y liderazgo que tienen a su cargo equipos de personas o bien un determinado equipo de trabajo. A esto último, lo llamamos “facilitación participante o participante facilitador/a”, es decir, que el rol de la facilitación puede ser ocupado simultáneamente por diferentes personas en un equipo de trabajo. Esto sucede cuando una persona está en el rol de participante de un equipo de trabajo y pone sus habilidades de facilitación y liderazgo al servicio del equipo.
Por otro lado, también crece la demanda de un perfil profesional que se dedique per se a facilitar reuniones, talleres, eventos, procesos, etc. Pueden ser reuniones o procesos internos, o actividades que la organización destina a personas que no forman parte de la misma. En estos casos, creo que es útil y valioso un perfil de una persona externa a la organización en sí para facilitar determinados espacios organizacionales o procesos en el territorio, ya que se suele otorgar mayor legitimidad a estos perfiles externos por su presunción de neutralidad (o multiparcialidad).
En conclusión, la facilitación -aunque todavía tiene mucho margen de mejora para ser más conocida y reconocida-, tiene un enorme potencial como herramienta de construcción masiva: para apoyar a las personas, organizaciones y territorios, para potenciar la colaboración, para transformar las relaciones y contribuir a la transición ecosocial y justa que haría de este, un mundo mejor.